Inspiración Pedagógica

La inspiración pedagógica de José Antonio Plancarte y Labastida, herencia otorgada a los colegios guadalupanos plancartinos, se fundamenta en: “La educación del corazón por la formación moral y religiosa de la niñez y juventud, especialmente de la mujer, cuyo modelo es María.” De estos elementos se derivan una serie de Implicaciones pedagógicas que dan a los colegios una índole específicamente Plancartina.

      

La Educación del Corazón

José Antonio Planearte y Labastida privilegia la educación del corazón, esto significa que la tarea de la educación es para él, y por lo tanto para todos los colegios Guadalupanos Plancartinos, mucho más que el mero cultivo del aspecto intelectual; la educación del corazón es la educación de la voluntad, la educación en valores cristianos, la educación de la afectividad, la formación de actitudes evangélicas; en síntesis, la formación en el amor a Dios y al prójimo.

     

La Formación Moral y Religiosa

Si la Educación del Corazón es el principio fundamental de la pedagogía de José Antonio Plancarte entonces la educación moral y religiosa ocupa un lugar privilegiado en su sistema educativo, porque es justamente desde el corazón como se asumen los principios de nuestra fe, para traducirlos en una vida moralmente recta y auténticamente cristiana, expresión de amor y adhesión a Jesucristo.

      

La niñez y juventud

La educación es un proceso que dura toda la vida, la niñez y la juventud son una etapa privilegiada para que la educación se realice de manera explícita y sistemática; es precisamente en esta etapa cuando el corazón de los niños y niñas  ha de ser formado en los principios que regirán toda su vida. 

         

La educación de la mujer

La mujer, en cuanto persona, posee un derecho inalienable a la educación, si a esto agregamos la gran influencia que ella ejerce en el hombre, en la familia, en la sociedad y aún en la Iglesia, resulta que ese derecho a la educación se convierte en un imperativo social. Esta influencia de la mujer puede ser considerada como un don natural del liderazgo que ejerce en torno suyo, y que ha de ser cuidadosamente promovido y orientado, para ser luego puesto al servicio del evangelio.

      

María, modelo a seguir

Toda mujer cristiana, que desea hacer de Cristo el sentido de su vida, encuentra en María un modelo perfecto; imitándola podrá acercarse cada vez más al perfil de la mujer ideal, capaz de superarse, de estar generosamente al servicio de los demás y de influir positivamente en la transformación evangélica de la sociedad.